sábado, 13 de septiembre de 2008

CHESTERTON Y SU INFLUENCIA EN LA JUVENTUD INGLESA



















Hoy traemos aqui las confesiones de Joseph Pierce relativas a su conversión al catolicismo leyendo a Chesterton

Joseph Pearce habla acerca de su conversión, en la cárcel

Así me llevó Chesterton al cristianismo

El escritor inglés Joseph Pearce es conocido por sus trabajos sobre conversos... En e! diario Avveñire, acaba de contar su propia experiencia, no menos impactante que algunas de las que ha narrado. Pearce fue skinhead y miembro de grupos paramilitares norirlandeses, hasta que conoció en la cárcel a Chesterton...

¿Cómo se convirtió?

Crecí en un barrio pobre de 'Londres, en el período en el que los movimientos migratorios esta­ban provocando notables cambios de­mográficos. A los 15 años, me inscribí en el Frente Nacional, que pedía la re­patriación de los inmigrantes no blan­cos. Mi vida giraba en torno a las ma­nifestaciones, muchas violentas. Me lle­né la cabeza con una ideología racista; a los 16 años, me convertí en director de Bulldog, el periódico del sector ju­venil. Mi dureza encubría además un desprecio al catolicismo, bien porque los terroristas del IRA eran católicos, bien porque tenía un prejuicio antica­tólico que había captado de muchos in­gleses. En el contexto de Irlanda del Norte, mi anticatolicismo se concretaba en repugnancia.

¿En qué modo?

En los años 70, en pleno apogeo de la ola de atentados del IRA, mi odio me llevó a implicarme en el Ulster. Me uní a la Orden de Orange, una sociedad pseu-do-masónica cuyo único objetivo era oponerse al papismo. En 1978 —tenía 17 años-, participé en las revueltas anticatólicas de Derry: lanzamos bombas con­tra la policía, atacamos casas y negocios de católicos. Firmé alianzas con grupos paramilitares protestantes. En 1982 fui condenado a seis meses de cárcel por publicar material que incitaba al odio racial. No me arrepentí, y después con­tinué dirigiendo Bulldog y fui nueva­mente condenado, durante 20 meses. En mi primera detención, Auberon Waugh, hijo del gran escritor católico Evelyn, me definió como «un ejemplo de juven­tud desventurada». ¡Tenía razón!

La lectura de Chesterton jugó un gran papel en su conversión.

Alguien me sugirió que me informa­ra mejor sobre las ideas de Chesterton y Belloc, coautores del distribucionismo. Me aconsejaron que comprara el libro The outline ofsanity, pero en particular el ensayo Reflections on a roten apple, in­cluido en la colección de ensayos The well and the shallows. ¡Qué sorpresa des­cubrir que se trataba, en su mayor par­te, de una apología de la fe católica! Se puede imaginar mi confusión cuando descubrí que no había errores en su ló­gica. Su perspicacia y sabiduría hicie­ron emerger mis prejuicios. Comencé a descubrir a la Iglesia como es, y no como afirman sus enemigos. Comencé a de­vorar todo lo que caía en mis manos de Chesterton. A través de sus libros, co­nocí a Hilaire Belloc, a C.S. Lewis y, des­pués, a John Henry Newman. Durante el segundo período de mi detención, leí El señor de los anillos y me di cuenta de su bondad, de su objetividad moral y de la belleza virtuosa de la que estaba lleno. Sabía que Tolkien, como Chesterton, Be­lloc y Newman, era católico.

Usted ha declarado que «una buena literatura puede tener un papel clave en la conversión de las personas».

Vivimos en una era post-teológica y post-filosófica. Los temas cruciales de estas dos disciplinas ya no se enseñan en las escuelas laicas. Para la mayoría de las personas, el camino a Cristo a tra­vés de la razón es difícil porque no se les ha enseñado a pensar. Si el camino de la razón se bloquea desde una igno­rancia insuperable, podemos conquis­tar almas para Cristo a través del poder de la belleza. La literatura, la música y las artes visuales son como las vidrieras de la Edad Media: ayudan a los que no pueden leer porque hablan con la ver­dad de las imágenes. La época moderna es post-literaria y tiene necesidad de imá­genes -la ficción, el arte, la música-, que ofrecen las enseñanzas teológicas y fi­losóficas necesarias para la salvación.

¿Es optimista o pesimista sobre el futuro de la relación entre Europa y el cristianismo?

El cristianismo sobrevivirá hasta el fin del mundo, pero no estoy seguro de que esto ocurra también con Europa. De­masiados europeos piensan sólo en sus propios intereses y no están abiertos, por ejemplo, a tener niños o dedicar la propia vida a Cristo. Una cultura así no puede sobrevivir, mientras no entone el mea cul­pa y vuelva a Cristo y a su Iglesia. Una parte del problema atañe a la Unión Eu­ropea, un devaluado monolito de co­rrupción nepotista que ha vuelto la es­palda al concepto cristiano de Europa y que ha abrazado el laicismo fundamen-talista. Su corrupción no se puede sos­tener a largo plazo, y menos la cultura de la muerte que la nutre. La Unión Eu­ropea se derrumbará, se convertirá en un montón de nacionalismos bélicos. No sé qué renacerá de sus cenizas, pero sé que el cristianismo todavía será parte del destino de Europa, en cuanto que es un componente de su herencia.

Lorenzo Fazzini

Traducción: María Pazos


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