Hoy traemos aqui las confesiones de Joseph Pierce relativas a su conversión al catolicismo leyendo a Chesterton
Joseph Pearce habla acerca de su conversión, en la cárcel
Así me llevó Chesterton al cristianismo
El escritor inglés Joseph Pearce es conocido por sus trabajos sobre conversos... En e! diario Avveñire, acaba de contar su propia experiencia, no menos impactante que algunas de las que ha narrado. Pearce fue skinhead y miembro de grupos paramilitares norirlandeses, hasta que conoció en la cárcel a Chesterton...
¿Cómo se convirtió?
Crecí en un barrio pobre de 'Londres, en el período en el que los movimientos migratorios estaban provocando notables cambios demográficos. A los 15 años, me inscribí en el Frente Nacional, que pedía la repatriación de los inmigrantes no blancos. Mi vida giraba en torno a las manifestaciones, muchas violentas. Me llené la cabeza con una ideología racista; a los 16 años, me convertí en director de Bulldog, el periódico del sector juvenil. Mi dureza encubría además un desprecio al catolicismo, bien porque los terroristas del IRA eran católicos, bien porque tenía un prejuicio anticatólico que había captado de muchos ingleses. En el contexto de Irlanda del Norte, mi anticatolicismo se concretaba en repugnancia.
¿En qué modo?
En los años 70, en pleno apogeo de la ola de atentados del IRA, mi odio me llevó a implicarme en el Ulster. Me uní a la Orden de Orange, una sociedad pseu-do-masónica cuyo único objetivo era oponerse al papismo. En 1978 —tenía 17 años-, participé en las revueltas anticatólicas de Derry: lanzamos bombas contra la policía, atacamos casas y negocios de católicos. Firmé alianzas con grupos paramilitares protestantes. En 1982 fui condenado a seis meses de cárcel por publicar material que incitaba al odio racial. No me arrepentí, y después continué dirigiendo Bulldog y fui nuevamente condenado, durante 20 meses. En mi primera detención, Auberon Waugh, hijo del gran escritor católico Evelyn, me definió como «un ejemplo de juventud desventurada». ¡Tenía razón!
La lectura de Chesterton jugó un gran papel en su conversión.
Alguien me sugirió que me informara mejor sobre las ideas de Chesterton y Belloc, coautores del distribucionismo. Me aconsejaron que comprara el libro The outline ofsanity, pero en particular el ensayo Reflections on a roten apple, incluido en la colección de ensayos The well and the shallows. ¡Qué sorpresa descubrir que se trataba, en su mayor parte, de una apología de la fe católica! Se puede imaginar mi confusión cuando descubrí que no había errores en su lógica. Su perspicacia y sabiduría hicieron emerger mis prejuicios. Comencé a descubrir a la Iglesia como es, y no como afirman sus enemigos. Comencé a devorar todo lo que caía en mis manos de Chesterton. A través de sus libros, conocí a Hilaire Belloc, a C.S. Lewis y, después, a John Henry Newman. Durante el segundo período de mi detención, leí El señor de los anillos y me di cuenta de su bondad, de su objetividad moral y de la belleza virtuosa de la que estaba lleno. Sabía que Tolkien, como Chesterton, Belloc y Newman, era católico.
Usted ha declarado que «una buena literatura puede tener un papel clave en la conversión de las personas».
Vivimos en una era post-teológica y post-filosófica. Los temas cruciales de estas dos disciplinas ya no se enseñan en las escuelas laicas. Para la mayoría de las personas, el camino a Cristo a través de la razón es difícil porque no se les ha enseñado a pensar. Si el camino de la razón se bloquea desde una ignorancia insuperable, podemos conquistar almas para Cristo a través del poder de la belleza. La literatura, la música y las artes visuales son como las vidrieras de la Edad Media: ayudan a los que no pueden leer porque hablan con la verdad de las imágenes. La época moderna es post-literaria y tiene necesidad de imágenes -la ficción, el arte, la música-, que ofrecen las enseñanzas teológicas y filosóficas necesarias para la salvación.
¿Es optimista o pesimista sobre el futuro de la relación entre Europa y el cristianismo?
El cristianismo sobrevivirá hasta el fin del mundo, pero no estoy seguro de que esto ocurra también con Europa. Demasiados europeos piensan sólo en sus propios intereses y no están abiertos, por ejemplo, a tener niños o dedicar la propia vida a Cristo. Una cultura así no puede sobrevivir, mientras no entone el mea culpa y vuelva a Cristo y a su Iglesia. Una parte del problema atañe a la Unión Europea, un devaluado monolito de corrupción nepotista que ha vuelto la espalda al concepto cristiano de Europa y que ha abrazado el laicismo fundamen-talista. Su corrupción no se puede sostener a largo plazo, y menos la cultura de la muerte que la nutre. La Unión Europea se derrumbará, se convertirá en un montón de nacionalismos bélicos. No sé qué renacerá de sus cenizas, pero sé que el cristianismo todavía será parte del destino de Europa, en cuanto que es un componente de su herencia.
Lorenzo Fazzini
Traducción: María Pazos
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