miércoles, 30 de diciembre de 2009

Concierto en Toscana (Italia)

A las pocas personas que visitan este blog les deseo Feliz Año 2010
con el video musical que intento poner a continuación

lunes, 28 de diciembre de 2009

Viva la vida

En el programa Ultimas preguntas de ayer, la cantante Miriam Fernández
hizo una defensa de la vida.
Intento poner a continuación el vídeo de la entrevista


sábado, 12 de diciembre de 2009

Intervencion de Fernando Sánchez Dragó

El pasado día 10 acudi a la Asociación de la Prensa de Madrid, donde
la Editorial PPC hizo la presentación de una colección de libros sobre
San Francisco de Asis. Intervino Fernando Sánchez Dragó he hice vídeo,
que intento presentar en dos partes, por razones técnicas.






sábado, 5 de diciembre de 2009

Intervención de Mario Conde en el canal TV Intereconomía

El resumen de la citada intervención lo tengo en dos videos a los
que llamo primera parte y segunda parte


y segunda parte:

martes, 1 de diciembre de 2009

Testimonio de Fe de Vittorio Messori

En el programa Testimonio, del pasado domingo 29 de Noviembre en la cadena 2 de
TVE, el periodista y escritor italian Vittorio Messori al presentar su reciente libro: Por qué creo hace un testimonio de su fe.
Insertamos a continuación el video de dicha presentación.

expongo a continuacion nuevo codigo para abrir el video.
Muchas gracias y un saludo

martes, 27 de octubre de 2009

Edades del hombre 2009 04

Traigo el cuarto y ultimo vídeo de Edades del hombre 2009

Edades del hombre 2009 04 from ERNESTOBZ on Vimeo.

Edades del hombre 2009 04

lunes, 26 de octubre de 2009

Edades del hombre 2009 03

Traemos el tercer vídeo de Edades del hombre 2009


Edades del hombre 2009 03 from ERNESTOBZ on Vimeo.

Edades del hombre 2009 03

Edades del hombre 2009 02

Traemos aqui el segundo vídeo de las Edades del hombre 2009



Edades del Hombre 2009 02 from ERNESTOBZ on Vimeo.

Edades del hombre 2009 en Burgo de Osma. 02

domingo, 25 de octubre de 2009

Edades del Hombre 2009 01

Traemos aqui un video tomado del DVD oficial de las Edades del Hombre 2009.

Edades del Hombre 2009 01 from ERNESTOBZ on Vimeo.

Edades del hombre 2009 en Soria Burgo de Osma

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Embajador de Cristo 012




Traemos las páginas 66 y 67 de la Historia de Cristo, de
Giovanni Papini

Página 66 GIOVANNI PAPINI

visto el relámpago que rasga el Oriente y fustiga hasta Occidente la negrura del aire.

Pero Jesús no ha leído únicamente en la clara y co­loreada escritura del mundo. Sabe que Dios ha ha- blado a los hombres por medio de los Angeles, de los Patriarcas y de los Profetas. Sus palabras, sus leyes, sus victorias están escritas en el Libro. Jesús conoce los maravillosos caracteres con los cuales los muertos transmiten a los no nacidos los pensamientos y las memorias de los tiempos antiguos. No ha leído más que los libros en que sus ascendientes han escrito la histo­ria de su Pueblo, pero los conoce en la letra y en el espíritu mejor que los doctores y los Escribas, y le darán derecho a trocarse de escolar en maestro.

LA ANTIGUA ALIANZA

El Hebreo fué entre los pueblos el más feliz y el más infeliz. Su historia es un Misterio que empieza con el idilio del Jardín de las Delicias y acaba en la tra­gedia de lo alto del Calvario.

Sus primeros padres fueron amasados por las ma­nos luminosas de Dios y hechos dueños del Paraíso —país de fértil y perpetuo Estío entre Ríos apaci­bles—, donde pendían los frutos del rico Oriente, de pulpa carnosa, a la sombra de las hojas nuevas, al al­cance de la mano. El Cielo, fresco por la reciente he­chura, iluminado hacía pocos días, no manchado aún por las nubes, no herido aún por los rayos ni consu­mido por los ocasos, velaba sobre ellos con todas sus estrellas,

HISTORIA DE CRISTO. Página 67

Los dos debían amar a Dios y amarse: éste fué el Primer Pacto. Ni fatiga, ni dolor; ignorada la muerte y su miedo.

La primera desobediencia trajo un primer castigo: el Destierro. El Varón fué condenado al trabajo; la Mujer al parto. El trabajo es penoso, pero da el pre­mio de las cosechas; el parto es penoso, pero da el consuelo de los hijos. Con todo, también estas felici­dades inferiores e imperfectas pasaron rápidas, como hojas devoradas por las orugas.

El Hermano mató por primera vez a su Hermano; la sangre humana vertida sobre la tierra se corrompió y (exhaló olor de pecado. Los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres, y nacieron los Gigan­tes, cazadores feroces, violentos y homicidas, que hicieron del mundo un Infierno sangriento (1).

Entonces Dios mandó el Segundo Castigo: para pu­rificar la tierra, en un inmenso Bautismo ahogó, en las aguas del Diluvio, a todos los hombres con sus delitos. Uno solo, por ser justo, se salvó, y. con él hizo Dios el Segundo Pacto.

Comenzaron con Noé los antiguos tiempos felices de los Patriarcas, pastores errantes, jefes centenarios, que vagaban entre Caldea y Egipto en busca de pas­tos, de pozos y de paz. No tenían patria estable, ni casa, ni ciudades. Llevábanse con


(1) Nos hemos permitido modificar el texto del autor, que dice: "Las hijas de los hombres se unieron con los demonios", pues se trata de una evidente equivocación. Lo que el Génesis dice (6, 1-2) es que los hijos de Dios (los descendientes de Seth) se unieron con las hijas de los hombres (descendientes de Caín). Tampoco afirma claramente el texto hebreo que de aquellos matrimonios naciesen los gigantes; según muchos in­térpretes, el autor sólo consigna el hecho de la existencia de los gigantes, sin explicar la causa.—(N. de los E.)


viernes, 25 de septiembre de 2009

Embajador de Cristo 011

Traemos hoy las páginas 62, 63, 64 y 65 de la Historia de
Cristo de Giovanni Papini. En ellas se describe de manera
deliciosa las relaciones de amor de un padre a su hijo y de
un hijo a su padre.

Página 62 GIOVANNI PAPINI

Sultán que quiere ser servido por sátrapas de alto li­naje y está atento a que sus siervos, respeten hasta en lo más mínimo la rigurosa etiqueta ritual de la regia curia.

Cristo sabía, como Hijo, que Dios es Padre, Padre de todos los hombres, y no sólo del pueblo de Abraham.

El amor del esposo es fuerte, pero carnal y celoso; el del hermano está frecuentemente envenenado por la envidia; el del hijo, manchado tal vez de rebelión; el del amigo está manchado de engaño; el del amo, henchido de orgullosa condescendencia. Pero el amor del padre a los hijos es el perfecto Amor, el puro, des­interesado Amor. El padre hace por el hijo lo que no haría por ningún otro. El hijo es obra suya, carne de su carne, hueso de sus huesos; es una parte suya que ha crecido a su lado día tras día; es una continuación, un perfeccionamiento, un complemento de su ser; el viejo revive en el joven; lo pasado se mira en lo futu­ro; quien ha vivido se sacrifica por quien debe vivir; el padre vive para el hijo, se complace en el hijo, en el hijo se contempla y exalta. Cuando dice criatura, piensa en sí creador; aquel hijo le ha nacido en un momento de voluptuosidad, entre los brazos de la mujer escogida entre todas las mujeres; le ha nacido del dolor divino de esta mujer; le ha costado después lágrimas y sudores; le ha visto crecer entre sus pies, a su lado; le ha calentado las manecitas frías entre las suyas; ha oído su primera palabra---eterno milagro siempre nuevo---; ha visto sus primeros pasos vacilantes sobre el pavimento de su casa; ha visto poco a poco, en aquel cuerpo formado por él, florecido bajo sus ojos, brillar, manifestarse un alma—una nueva

HISTORIA DE CRISTO Página 63

alma, tesoro único que con nada se compra—; ha sor­prendido en su rostro cómo se repetían poco a poco las facciones propias y, juntamente, las de su esposa, las de la mujer con la cual sólo en aquel fruto común se hace un mismo ser sin más división de cuerpos—la pareja que quisiera en el amor ser un solo cuerpo y so­lamente lo consigue en el hijo—; y ante aquel nuevo ser, obra, suya, se siente creador, benéfico, poderoso, feliz. Porque el hijo lo espera todo del padre, y mien­tras es pequeño sólo tiene fe en el padre y únicamente está seguro junto al padre. El padre sabe que debe vivir para él, sufrir por él, trabajar para él. El padre es como un dios terrestre para el hijo, y el hijo es casi un dios para el padre.

En el Amor del padre no hay huella de los cum­plidos y de la costumbre del Hermano, del cálculo y de la emulación del Amigo, del lascivo deseo del Amante, del fingido afecto del Servidor. El Amor del padre es, en lo humano, el más puro Amor, el solo Amor, verdaderamente Amor, el único que se puede llamar Amor; libre de toda mixtura de elementos ex­traños a su esencia, que es la felicidad de sacrificarse por la felicidad ajena.

Esta idea de la paternidad debidamente aplicada a Dios—que es una de las grandes novedades del Evan­gelio de Cristo—; esta idea profundamente confortadora de que Dios es Padre y nos ama como un padre ama a sus hijos y no como un Rey a sus Esclavos, y da a todos sus hijos el pan de cada día, y acoge pla­centero incluso a los que pecaron cuando vuelven a apoyar la cabeza sobre su pecho; esta idea que cierra la épica de la Antigua Alianza y señala el principio de la Nueva Alianza, la ha visto

Página 64 GIOVANNI PAPINI

Jesús en la Naturaleza misma. Como Hijo de Dios y una sola esencia con el Padre, siempre había tenido conciencia de esa pater­nidad, apenas entrevista por los profetas más lumi­nosos; pero ahora, participando de todas las expe­riencias humanas, la ve reflejada y como revelada en, ,el universo, y empleará las más bellas imágenes del mundo natural para transmitir a los hombres, el pri­mero de sus faustos mensajes.

Jesús, como todos los grandes espíritus, amaba el Campo. El Pecador que quiere purificarse, el Santo que quiere orar, el Poeta que quiere crear, se refu­gian en las montañas, a la sombra de los árboles, al rumor de las aguas, en medio de los prados que per­fuman el cielo o en los arenales desiertos abrasados por el sol. Jesús ha tomado su lenguaje del Campo. Casi nunca emplea palabras doctas, conceptos abs­tractos, términos incoloros y generales.

Sus discursos estarán engalanados con los colores, saturados de los olores de los campos y de los

huertos, .animados por las figuras de los animales familiares. Ha visto en su Galilea el higo que engorda y madura bajo las gran­des hojas obscuras, ha visto verdear los pámpanos sobre los secos sarmientos de las vides y pender de los sarmientos los racimos rubios y morados para ale­gría de los vendimiadores; ha visto elevarse, de la in­visible semilla, la mostaza rica de ramas ligeras; ha oído por la noche el murmullo lamentoso de la caña batida por el viento a lo largo de los arroyos; ha visto sepultar bajo la tierra el grano que resurgirá en forma de colmada espiga; ha visto, al llegar la primavera, los hermosos lirios rojos, amarillos y morados en medio del tímido verde del trigo, ha vis-

HISTORIA DE CRISTO Página 65

to el césped de hierba fresca que hoy se ostenta magnífica, y mañana, ya seca, arderá en el horno.

Ha visto las bestias pa­cificas y las bestias malas; la paloma que arrulla de amor sobre el techo, un tanto envanecida de su cuello esplendoroso; las águilas, que se precipitan con las amplias alas desplegadas sobre la presa; los pájaros del aire, que no pueden caer como los emperadores, si Dios no quiere; los cuervos que descarnan con el pico hiriente la carroña; la gallina amorosa que llama a los polluelos bajo sus alas, apenas el cielo se enne­grece y truena; la zorra traidora que, después de ha­ber hecho estragos, se esconde en la oscuridad de su guarida; los perros que husmean bajo la mesa del amo para engullir los desperdicios y huesecillos que caen al suelo.

Y ha visto deslizarse a la serpiente entre la hierba oscura y a la víbora esconderse entre las piedras mal unidas de las tumbas.

Nacido entre Pastores. y para ser Pastor de hom­bres, ha contemplado y amado a las ovejas; las ove­jas madres que buscan al cordero perdido, a los corde­ros que lloran, débiles, tras de sus madres; que maman casi escondidos bajo el lanoso vientre materno; las ovejas que triscan por los pastos áridos y calientes de sus colinas. Ha amado con igual amor el grano que apenas si se ve sobre la palma de la mano y la vieja higuera que cobija a su sombra toda la casa del po­bre; a los pájaros del aire, que no siembran ni cose­chan, y a los peces, que platean las mallas de la red y saciarán a sus fieles. Y, levantando los ojos, en las tardes sofocantes en que se engendra la borrasca, ha visto el relámpago que rasga el Oriente y


martes, 22 de septiembre de 2009

Embajador de Cristo 010

Traemos las páginas 60 y 61 de la Historia de Cristo de
Giovanni Papini

Página 60 GIOVANNI PAPINI

La casa del Rey, la casa de Dios; el Herrero templa y tuerce el hierro para dar la espada al soldado, la reja al labrador, el martillo al carpintero; el Carpintero sierra y clava la madera para construir la puerta que proteja la casa contra los ladrones, para fabricar el lecho sobre el cual morirán ladrones e inocentes.

Estas cosas simples, ordinarias, comunes, usuales, tan usuales, comunes y ordinarias que ya no se ven, que pasan inadvertidas hoy para nuestros ojos, avezados a más complicadas maravillas, son las más sencillas creaciones del hombre, pero más maravillosas y necesarias que. todas las demás inventadas después.

El carpintero Jesús vivió en su juventud en medio de todas estas cosas, y las fabricó con sus manos, y por medio de estas cosas hechas por él entró en comunión con la vida diaria de los hombres, con la vida íntima y sagrada de los hombres: la de la casa. Fabricó la mesa, a la cual es tan placentero sentarse con los amigos aunque haya entre ellos un traidor; el lecho donde el hombre respira la primera y la última vez; el cofre en que la esposa campesina guarda sus pobres trapos, los delantales y pañuelos de las fiestas y las blancas, estiradas camisas del ajuar; la artesa donde se amasa la harina y la esponja la levadura hasta que está dispuesta para el horno; el asiento en que los viejos, por la noche, se ponen en torno del fuego a hablar de la juventud que no ha de volver.
. Muchas veces Jesús, mientras las virutas claras y ligeras se rizaban al filo de la garlopa y el aserrín caía en tierra al áspero ritmo de la sierra, debió

HISTORIA DE CRISTO Página 61

pensar en las promesas del Padre, en los anuncios de los Profetas, en un trabajo que no fuera de tablas y escuadra, sino de espíritu y verdad.

El oficio le enseñó que vivir significa transformar las cosas muertas e inútiles en cosas vivas y útiles; que la materia más vil, trabajada y reformada, puede llegar a ser preciosa, amiga, socorredora de los hombres; que para salvar, en suma, es menester cambiar, y que del mismo modo que de un retorcido tronco de olivo, nudoso y terroso, se obtiene el lecho del niño y de la esposa, se puede hacer del sórdido usurero y de la desventurada mujerzuela dos ciudadanos del Reino de los Cielos.

PATERNIDAD

En la Naturaleza, donde el sol ilumina a los buenos y a los malos-, donde el trigo enraíza y se dora para dar el pan a la mesa del judío y del Pagano; donde las estrellas, resplandecen sobre la cabaña del pastor y sobre el ergástulo de los fratricidas; donde los granos de uva ennegrecen y engordan para dar vino al banquete de bodas y a la borrachera del asesino; donde los pájaros del aire, cantando libres, encuentran el sustento sin fatiga, y hasta las rapaces raposas encuentran refugio, y los lirios del campo están vestidos con más lujo que los reyes, Jesús halló la confirmación terrestre de su eterna certeza de que Dios no es el Amo que echa en cara mil años el beneficio de un día y tampoco un feroz dios de la guerra que ordena el exterminio de los enemigos, ni una especie de Gran Sultán que quie -

viernes, 18 de septiembre de 2009

Embajador de Cristo 009


Traemos aquí las páginas 58 y 59 de la Historia de Cristo de
Giovanni Papini

Página 58 GIOVANNI PAPINI


EL CARPINTERO


Pero no había llegado para Jesús la hora de la se­paración definitiva. La voz de Juan no se había oído aún, y así tomó de nuevo, con José y con María, el camino de Nazareth, y volvió al taller de José para ayudarle en su oficio.

Jesús no ha asistido a las escuelas de los Escribas ni de los Griegos. Pero maestros no le faltan; conoce tres más grandes que los doctores: el Trabajo, la Na­turaleza y el Libro (1).

Es menester no olvidar que Jesús fué Obrero e hijo adoptivo de un Obrero; no se debe ocultar que nació Pobre, entre gente que trabajaba con las propias ma­nos, que ganaba su pan con el trabajo de las manos, y que él ganó el pan cotidiano, antes de predicar la buena nueva, con el trabajo de sus Manos. Aquellas Manos que bendijeron a los sencillos, que curaron a los leprosos, que iluminaron a los ciegos, que resuci­taron a los muertos; aquellas Manos que fueron agu­jereadas por los clavos en el madero, eran manos bañadas por el sudor del trabajo, manos que sintieron el dolor del trabajo, manos que se encallecieron en el trabajo, manos que habían manejado los útiles del tra­bajo, que habían hincado clavos en la madera: manos del oficio.

Jesús fué Obrero de la Materia antes de ser Obrero

(1) El autor se refiere a la ciencia humana de Jesucristo, que los teólogos llaman adquirida; pero no excluye la divina, que, por ser Dios tenía, ni la infusa, y la de visión, que le co­rrespondía por razón de la unión hipostática.—(N, de los E.)


HISTORIA DE CRISTO Página 59


del Espíritu; fué Pobre antes de llamar a los Pobres a su mesa, a la Fiesta de su Reino. No nació entre gente adinerada, en casa de lujo, el lecho cubierto de lana y púrpura. Descendiente de Reyes, habita en el taller de un Carpintero; hijo de Dios, ha nacido en un Establo. No pertenece a la casta de los Grandes, a la aristocracia de los Guerreros, a la hermandad de los Ricos, al sanedrín de los Sacerdotes. Nace en la última clase del pueblo, la que no tiene por debajo más que a los vagabundos, los mendigos, los esclavos, los bandidos, los criminales, las pecadoras. Cuando ya no sea obrero manual, sino espiritual, descenderá todavía más ante los ojos de las personas respetables y buscará amigos entre aquella desventurada chusma, que está aun por debajo de la plebe. En espera del día en que, antes de bajar al Infierno de los Muertos, baje al Infierno de los Vivos, Jesús representa, en la jerarquía de castas que divide eternamente a los hom­bres, un pobre Trabajador y nada más.

El oficio de Jesús es uno de los cuatro más antiguos y sagrados. Entre las artes manuales, las del Labrador, el Albañil, el Herrero y el Carpintero son las más compenetradas con la vida del hombre; las más ino­centes y religiosas. El Guerrero degenera en Bandido; el Marinero, en Pirata; el Comerciante, en Aventure­ro. Pero el Labrador, el Albañil, el Herrero, el Car­pintero no traicionan, casi no pueden traicionar ni co­rromperse. Manejan las materias más familiares y han de transformarlas, a los ojos de todos, para el servi­cio de todos, en obras visibles, sólidas, concretas, ver­daderas. El Labrador rompe el terruño y saca el pan que come el santo en su gruta y el homicida en su cárcel: el Albañil labra la piedra y levanta la casa del pobre,


lunes, 14 de septiembre de 2009

Embajador de Cristo 008




Hoy bajamos las páginas 056 y 057 de la Historia de Cristo
de Giovanni Papini

Página 56 GIOVANNI PAPINI


Al cabo, al tercer día, subió al Templo, espió en los patios y vió, por fin, en la sombra de un pórtico, un grupo de viejos que hablaban. Se acercó, temerosa —que parecía, siendo como eran gentes de tanta im­portancia, con aquellos largos mantos y barbas largas, que no habían de prestar atención a la mujeruca de Galilea—, y descubrió, en medio del corro, los ca­bellos rizados, los ojos resplandecientes, el rostro mo­reno, la fresca boca de su Jesús. Aquellos viejos ha­blaban con su hijo de la Ley y de los Profetas; le in­terrogaban y él respondía, y después de haber respon­dido, preguntaba a su vez a aquellos que le enseñaban, maravillados de que un muchacho, a su edad, cono­ciese tan bien las palabras del Señor.

María se quedó unos momentos contemplándole y casi no creía en sus ojos; su corazón, que un momento antes latía con ansiedad, latía ahora fuertemente tam­bién por el estupor. Pero no pudo resistir más y, de improviso, le llamó por su nombre a grandes voces: los viejos se apartaron y la mujer estrechó a su hijo contra su pecho y le abrazó sin decir palabra, moján­dole el rostro con las lágrimas, a duras penas conte­nidas hasta entonces.

Lo cogió, llevóselo fuera, y una vez segura de te­nerlo. consigo, de haberlo recobrado, de no haberlo perdido, la madre feliz se acuerda de la madre des­consolada:

—¿Por qué nos has hecho eso? Mira que tu padre y yo, doloridos, andábamos en busca tuya.

—¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?

Graves palabras, especialmente, cuando las dice


HISTORIA DE CRISTO Página 57


un niño de doce años a su madre, que ha padecido tres días por él.

"Y ellos—prosigue el Evangelista—no comprendie­ron lo que les, había dicho." Pero nosotros, después de tantos siglos de experiencia cristiana, podemos com­prender aquellas palabras, que parecen, a primera vis­ta, duras y orgullosas.

¿Por qué me buscáis? ¿Acaso no sabéis que yo no puedo perderme, que a mí no me perderá nunca na­die, ni siquiera los que me entierran? Yo estaré siem­pre donde haya alguien que crea en mí, aunque no me vea con los ojos; no puede perderme ningún hombre, con tal de que me tenga en su corazón. No estaré perdido cuando me halle solo en el desierto, cuando esté solo sobre las aguas del Lago, cuando esté solo en el Huerto de los Olivos, cuando esté solo en el Se­pulcro. Si me escondo, vuelvo; si muero, resucito.

¿Y quién es ese padre de quien me habláis? Es el padre según la ley, según los hombres. Pero mi verda­dero Padre está en los cielos; es el Padre que ha ha­blado a los Patriarcas cara a cara, que ha puesto las palabras en boca de los profetas. Yo conozco lo que les ha dicho de mí, sus voluntades eternas, las leyes que ha impuesto a su pueblo, los pactos que ha esta­blecido con todos. Si debo hacer lo que ha mandado debo ocuparme de lo que es verdaderamente suyo. ¿Qué es un vínculo legal, humano, temporal, frente a un lazo místico, un lazo espiritual, un lazo eterno?

sábado, 12 de septiembre de 2009

Embajador de Cristo 007



Bajamos las pàginas 54 y 55 de la Historia de Cristo de Giovanni Papini.


Página 54 GIOVANNI PAPINI


condenará todos los fetiches de los ventrudos ribere­ños del Nilo y vencerá a la muerte sin cajas esculpir das, sin cámaras mortuorias, sin estatuas de granito y basalto, enseñando que el pecado es más voraz que los gusanos, y que la pureza del espíritu es el único aroma que preserva de la corrupción.


Los adoradores del Fango y del Animal, los servi­dores de la riqueza y de la Bestia no podrán salvarse. Sus sepulcros, aunque sean altos como montañas, ador­nados con gineceos de reina, blancos y limpios por de fuera como los de los fariseos, no conservarán más que cenizas: cieno que cambia de sitio como la ca­rroña de los animales.


No se triunfa de la muerte copiando la vida en la madera y la piedra: la piedra se deshace y convierte en polvo; la madera se pudre y convierte en polvo, y las dos son fango, perpetuo fango.


EL PERDIDO, HALLADO


El destierro en Egipto fué breve. Jesús fué llevado de nuevo, en brazos de su madre, mecido durante el largo camino por el paso paciente de la cabalgadura, a la casa paterna de Nazareth, pobre casa y taller donde el martillo golpeaba y la lima chirriaba hasta la caída del sol.


Los Evangelistas canónicos no dan noticia de estos años; los apócrifos dan, quizá, demasiadas; pero casi difamatorias.


Lucas, sabio médico, se contenta con escribir que "el niño crecía y se robustecía". Muchacho sano,


HISTORIA DE CRISTO Página 55


arrollado regularmente y portador de salud como de­bía ser el que había de dar a los demás la salud con sólo tocarlos con la mano.


Todos los años, cuenta Lucas, los parientes de Je­sús iban a Jerusalén para la Fiesta del Pan sin Leva­dura, recuerdo de la salida de Egipto. Iban muchos vecinos, amigos, familiares, para hacer el viaje juntos y engañar mejor la largura y el tedio del camino. Iban contentos, más como si fueran a una fiesta que a la so­lemnidad conmemorativa de un sufrimiento, porque la Pascua se había convertido en Jerusalén en una in­mensa romería, en una gran reunión de todos los ju­díos dispersos en el Imperio.


Doce Pascuas habían pasado desde el nacimiento de Jesús. Aquel año, luego que la caravana de Naza­reth hubo salido de la ciudad santa, se dio cuenta María de que el niño no iba con ellos. Lo buscó todo el día, preguntando a cuantos conocidos hallaba si le habían visto. Pero nadie sabía nada. A la mañana si­guiente volvióse atrás la madre, deshizo el camino an­dado, anduvo por calles y plazas de Jerusalén, cla­vando los negros ojos en cada muchacho con quien topaba, interrogando a las madres en los umbrales de las casas, pidiendo a los aldeanos que aún no habían partido que la ayudasen a buscar al desaparecido.. Una madre que ha perdido a su hijo no descansa hasta que lo encuentra, no piensa en si misma, no siente el can­sancio, ni el sudor, ni el hambre; no sacude el polvo de su vestido, no se arregla los cabellos, no para mien­tes en la curiosidad de los extraños. Sus ojos, desen­cajados, no ven más que la imagen de aquel que ya no está a su lado.


viernes, 11 de septiembre de 2009

Embajador de Cristo 006


Hoy traemos aquí las páginas 52 y 53 de la Historia de Cristo de
Giovanni Papini.

Página 52 GIOVANNI PAPINI


ofenda sangrienta de los puros, en este diezmo de coetáneos. Perte­necían a la generación que lo había de traicionar y crucificar. Pero los que fueron degollados por los sol­dados de Herodes este día no lo vieron, no llegaron a ver matar a su Señor. Lo libraron con su muerte y se salvaron para siempre. Eran Inocentes y han quedado Inocentes para siempre.

Apenas se hunden en la obscuridad las casas de Be­lén y se encienden las primeras luces, la Madre sale a escondidas, como una fugitiva, como una perseguida, como si fuese a robar. Y roba una vida al Rey; salva una esperanza al Pueblo; estrecha contra su pecho a su Hijo, su riqueza, su dolor.


Se dirige hacia Occidente; atraviesa la antigua tie­rra de Canaán y llega en cortas jornadas—los días son breves—a la vista del Nilo, en aquellas tierras de Mitsraim, que tantas lágrimas había costado a sus pa­dres catorce siglos antes.


Jesucristo, continuador de Moisés, pero también en cierta forma anti-Moísés, rehace, en sentido inverso, el camino del primer Libertador. Los Hebreos habían estado bajo el látigo de los Egipcios; esclavos mal alimentados, tolerados a duras penas, vejados. El Pas­tor de Madián se convirtió en Pastor de Israel y con­dujo a través del desierto la gente de dura cerviz, hasta dar vista al Jordán y las viñas maravillosas. El pueblo de Jesús había partido con Abraham de Caldea y con José había llegado a Egipto; Moisés lo había devuelto de Egipto hacia Canaán; ahora, el mayor de los Li­bertadores volvía, amenazado, hacia las orillas de aquel río donde Moisés había sido salvado de las aguas y había salvado a sus hermanos.


HISTORIA DE CRISTO Página 53


Egipto, tierra de todas las infamias y magnificen­cias de las primeras épocas; India africana donde las ondas de la historia iban a deshacerse en la muerte - Pompeyo y Antonio habían terminado pocos años hacía, sobre sus playas, el sueño del imperio y la vida - ; este país prodigioso, engendrado del agua, que­mado por el sol, regado por tantas sangres de pueblos diversos, entregado al culto de dioses en forma de bestias; este país absurdo y extraordinario era, por ra­zón de contraste, el asilo predestinado al fugitivo.


La riqueza de Egipto estaba en el fango, en el fér­til limo que el Nilo vertía todos los años sobre el de- sierto juntamente con los reptiles; el pensamiento fijo de Egipto era la muerte; el pingüe pueblo de Egipto no quería la muerte, negaba la muerte, pensaba vencer a la muerte con las simulaciones de la materia, con los embalsamamientos, con los retratos de piedra confor­mes a los cuerpos de carne que esculpían sus estatua­rios. El rico, el pingüe egipcio, el hijo del barro, el ado­rador del buey y del cinocéfalo no quería morir. Fa­bricaba para la segunda vida las inmensas necrópolis, llenas de momias fajadas y perfumadas, de imágenes de madera y de mármol, y levantaba pirámides sobre los cadáveres para que el montón de piedra los salvaguar­dase de la consunción.


Jesús, cuando pueda hablar, pronunciará la senten­cia contra Egipto; el Egipto que no está únicamente en las orillas del Nilo; el Egipto que no ha desaparecido todavía de la haz de la tierra con sus reyes, sus halco­nes, sus serpientes. Cristo dará la respuesta definitiva y eterna al terror de los egipcios. Enseñará la vanidad de la riqueza que viene del barro y barro se vuelve, y condenará to -


jueves, 10 de septiembre de 2009

Embajador de Cristo 005




Hoy vamos a añadir las páginas 49, 50 y 51 de la Historia de Cristo, de Giovanni Papini.


HISTORIA DE CRISTO Página 49


HERODES EL GRANDE


Herodes era un monstruo, uno de los más pérfidos monstruos salidos de los tórridos desiertos de Orien­te, que ya habían engendrado más de uno, horribles a la vista.

No era Hebreo, no era Griego, no era Romano. Era Idumeo: un bárbaro que se arrastraba ante Roma y halagaba a los Griegos para asegurarse mejor el domi­nio sobre los Hebreos. Hijo de un traidor, había usur­pado el reino a sus señores, a los últimos desgraciados Asmoneos. Para legitimar su traición se casó con una sobrina suya, Mariamna, a la que después, por injus­tas sospechas, mató. No era su primer delito. Antes había mandado ahogar a traición a su cuñado Aris­tóbulo, había condenado a muerte a otro cuñado suyo, José, y a Arcano II, último reinante de la dinastía ven­cida. No contento con haber hecho morir a Mariamna, mandó matar también a Alejandra, madre de ésta, e in­cluso a los pequeñuelos de Baba, únicamente por ser pa­rientes lejanos de los Asmoneos. Entre tanto se diver­tía con mandar quemar vivos a Judas de Sarifeo y Ma­tías de Margaloth, juntamente con otros jefes fariseos. Más tarde, temiendo que los hijos habidos de Ma­riamna quisieran vengar a su madre, los mandó estran­gular; próximo a morir, dió orden de matar también a un tercer hijo, Arquelao.

Lujurioso, desconfiado, im­pío, ávido de oro y gloria, no tuvo nunca paz ni en su casa, ni en Judea, ni consigo mismo. Con el fin de que olvidasen sus asesinatos, hizo al pueblo de Roma un donativo de trescientos talentos para que se gastasen en fiestas.


Página 50 CIOVANNI PAPINI


Se humilló ante Augusto para que le guar­dase las espaldas en sus infamias, y al morir le dejó diez millones de dracmas y, además, una nave de oro y otra de plata para Livia.

Este soldadote advenedizo, este Arabe mal desbas­tado pretendió ganar y conciliar a Helenos y Hebreos: consiguió comprar a los degenerados descendientes de Sócrates, que llegaron hasta a levantarle una estatua en Atenas; pero los Hebreos le odiaron hasta su muer­te. Inútilmente reedificó Samaria y restauró el Tem­plo de Jerusalén; para ellos era siempre él pagano y el usurpador.

Tremebundo como los malhechores viejos y los prín­cipes nuevos, el murmullo de una hoja, el temblor de una sombra, le estremecían. Supersticioso como todos los orientales, crédulo en presagios y agüeros, pudo fácilmente creer en los Tres que venían de los confi­nes de la Caldea conducidos por una estrella hacia el país por él robado con el fraude. Cualquier preten­diente, por fantástico que fuese, le hacía temblar. Y cuando supo por los Magos que un rey de Judea había nacido, su corazón de bárbaro intranquilo se sobresal­tó. Viendo que no volvían los Astrólogos a mostrarle dónde había aparecido el nuevo nieto de -David, or­denó que fuesen muertos todos los niños de Belén. Flavio Josefo calla esta última hazaña del Rey; mas, quien había hecho matar a sus propios hijos, ¿no. era capaz de suprimir a los que él no había engendrado?

Nadie supo nunca cuántos fueron los niños sacri- ficados al miedo de Herodes. No era la primera vez que en Judea eran pasados a cuchillo los niños al pecho de sus madres; el mismo pueblo hebreo


HISTORIA DE CRISTO Página 51


había castigado en tiempos antiguos a las ciudades enemigas con la matanza de los viejos, de las esposas, de los jóvenes y de los niños; no conservaba más que las vír­genes para hacerlas sus esclavas y concubinas. Ahora el Idumeo aplicaba la ley del Talión al pueblo que la había practicado.

No sabemos cuántos serían los inocentes; pero sa­bemos—si Macrobio merece fe—que entre ellos hubo un hijo pequeño de Herodes que estaba criándose en Belén. Para el viejo monarca, uxoricida y parricida, quién sabe si no fué esta una venganza; quién sabe si sufrió siquiera cuando le llevaron la noticia del error. Poco después él mismo abandonó la vida asaltado por males asquerosos. Vivo aún, corrompíasele el cuerpo; los gusanos le roían sus miembros; tenía los pies hin­chados; faltábale el aliento; hedíale la boca insoporta­blemente. Repugnante a sí mismo, intentó matarse en la mesa con un cuchillo, y por fin murió, después de haber ordenado a Salomé que mandase matar a muchos jóvenes que estaban encerrados en las prisiones.

La Degollación de los Inocentes fué la última haza­ña del hediondo y sanguinario viejo. Esta inmolación de Inocentes en torno de la cuna de un Inocente; este holocausto de sangre por un recién nacido que ofre­cerá su sangre por el perdón de los culpables; este sacrificio humano por aquel que a su vez será sacri­ficado, tiene un sentido profético. Miles y miles de inocentes han de morir después de su muerte sin más delito que el de haber creído en su Resurrección: nace para morir por los demás, y he aquí que mueren por él miles de nacidos, como para pagar su nacimiento.

Hay un tremendo misterio en esta ofrenda sangrien‑


martes, 8 de septiembre de 2009

Embajador de Cristo 004


Giovanni Papini

Hoy vamos a añadir las páginas 46, 47 y 48 de la Historia de Cristo, de Giovanni Papini:


Página 46 GIOVANNI PAPINI


de Oriente hace acto de sumisión al nuevo Señor, que enviará a sus anunciadores hacia Occidente; los Sabios se arrodi­llan ante aquel que someterá la Ciencia de las pala­bras y de los números a la nueva Sabiduría del Amor.

Los Magos en Belén significan las viejas teologías que reconocen la definitiva revelación, la Ciencia que se humilla ante la Inocencia, la Riqueza que se pos­tra a los pies de la Pobreza.

Ofrecen a Jesús el oro que Jesús pisoteará; no le ofrecen porque María, pobre, pueda necesitarlo para el viaje, sino por obedecer por adelantado a los con­sejos del Evangelio: vende lo que posees y dáselo a los pobres. No ofrecen el incienso para vencer el he­dor del Establo, sino porque sus liturgias van a aca­bar y ya no tendrán necesidad de humos y perfumes para sus altares. Ofrecen la mirra que sirve para em­balsamar a los muertos porque saben que aquel niño morirá joven, y su madre, que ahora sonríe, habrá me­nester aromas con que embalsamar el cadáver.

Arrodillados, envueltos "en los suntuosos mantos rea­les y sacerdotales, sobre la paja del estiércol, ellos, los poderosos, los doctos, los adivinos, se ofrecen a sí mismos en prenda de la obediencia del mundo.

Jesús ha obtenido ya las primeras investiduras a que tenía derecho. Apenas se parten los Magos em­piezan las persecuciones de los que le odiarán hasta la muerte.


HISTORIA PE CRISTO Página 47


OCTAVIAN


Cuando Cristo apareció entre los hombres, los cri- minales reinaban, obedecidos, sobre la tierra. Nacía sujeto a dos señores: el uno, más fuerte y lejano, en Roma; el otro, más infame y próximo, en Judea. Una canalla aventurera y afortunada había arrebatado, a costa de estragos, el Imperio; otra canalla aventurera y,afortunada había arrebatado, a costa de estragos, el reino de David y de Salomón.

Ambos habían ascendido por caminos perversos e ilegítimos: a través de guerras civiles, traiciones, cruel­dades y matanzas. Habían nacido para entenderse; eran, de hecho, todo lo amigos y cómplices que lo permitía el vasallaje del criminal subalterno para con el criminal principal.

El hijo del usurero de Velletri, Octaviano, habíase mostrado cobarde en la guerra, vengativo en las vic­torias, traidor en las amistades, cruel en las represa­lias. A un condenado que le pedía por lo menos se­pultura, le respondió: Eso es cosa de los buitres. A los Perusinos destrozados que pedían gracia, les gritaba: Moriendum esse! Al pretor Q. Gallio, por una simple sospecha quiso arrancarle los ojos por sí mismo antes de que lo degollasen. Obtenido el Imperio, extenuados y dispersos los enemigos, conseguidas todas las ma­gistraturas y potestades, habíase puesto la máscara de la mansedumbre y no le quedaba de los vicios juve­niles más que la liviandad. Se contaba que de joven había vendido su virginidad por dos veces: la primera vez a César; la segunda, en España, a Irzio, por trescientos mil sextercios. A la sazón se


Página 48 GIOVANNI PAPINI


divertía con sus muchos divorcios, con las, nuevas nupcias con mujeres que arrebataba a los enemigos, con adulterios casi pú­blicos y con representar la comedia del restaurador del pudor.

Este hombre, contrahecho y enfermizo, era el amo de Occidente cuando nació Jesús, y no supo nunca que había nacido quien había de disolver lo que él había fundado. A él le bastaba la fácil filosofía del rechoncho y plagiario Horacio: "Gocemos hoy del vino y del amor; la muerte sin esperanza nos espera; no perda­mos un día." En vano el celta Virgilio, el hombre del campo, el amigo de las sombras, de los plácidos bue­yes, de las abejas doradas, el que había descendido con Eneas a contemplar a los, condenados del Aver­no y desahogaba su inquieta melancolía con la música de la palabra; en vano Virgilio, el amoroso, el tierno Virgilio, había anunciado una nueva edad, un orden nuevo, una nueva raza, un Reino de los Cielos, des­colorido, es verdad, e inferior al que anunciará Jesús, pero mucho más noble y puro que el Reino del In­fierno que estaba preparándose. En vano, porque Au­gusto había visto en aquellas palabras una fantasía pas­toril y había creído tal vez él, el corrompido señor de corrompidos, ser el Salvador anunciado, el restau­rador del Reino de Saturno.

Presentimiento del nacimiento de Jesús, del verda­dero Rey que venía a suplantar a los Reyes del Mal, lo tuvo, tal vez antes de morir, el gran cliente oriental de Augusto, su vasallo de Judea, Herodes el Grande.


lunes, 7 de septiembre de 2009

Embajador de Cristo 003



Traemos hoy las páginas 44 y 45 de la Historia de Cristo,
de Giovanni Papini:

Página 44 GIOVANNI PAPINI


y le miraban con amor, y con amor le ofrecían aquellas pobres riquezas. Sabían que aquel Niño nacido de Pobres en la Pobreza, nacido Sencillo en la Sencillez, nacido de Aldeanos en medio del Pueblo, había de ser el rescatador de los Humildes, de aquellos hombres de "buena voluntad" sobre los cuales el Angel había invocado la paz.

También el Rey Desconocido, el vagabundo Odiseo, de nadie fué acogido con tanta alegría como del pas­tor Eumeo en su Establo. Pero Ulises iba hacía Ita­ca para tomar venganza; volvía a su casa para matar a sus enemigos. Jesús, por el contrario, venía a conde­nar la venganza, a enseñar el Perdón de los enemigos. Y el amor de los Pastores de Belén ha hecho olvidar la hospitalaria piedad del porquerizo de Itaca.


LOS TRES MAGOS


Algunos días después, tres Magos llegaban de Cal­dea y se arrodillaban ante Jesús.

Venían tal vez de Ecbatana, tal vez de las orillas del mar Caspio. A caballo en sus camellos, con sus henchidas alforjas colgadas de las sillas, habían va­deado el Tigris y el Éufrates, atravesado el gran de­sierto de los Nómadas, bordeado el mar Muerto. Una estrella nueva -semejante al cometa que aparece de cuando en cuando en el cielo para anunciar el nacímiento de un Profeta o la muerte de un César- los había guiado hacia Judea. Habían ido a adorar a un Rey y se encontraban con un Infante mal fajado, escondido en un establo.


HISTORIA DE CRISTO Página 45


Casi mil años antes que ellos, una Reina de Oriente había ido en peregrinación a Judea llevando también sus dones: oro, aromas y gemas preciosas. Pero había encontrado a un gran Rey en el trono, al rey más grande de cuantos jamás han reinado en Jerusalén, y de él había aprendido lo que nadie le había sabido enseñar.

Los Magos, por el contrario, que se creían más sa­bios que los Reyes,- habían encontrado a un niño na­cido hacía pocos días, un niño que desdeñaría, cuando fuese mayor, los tesoros de la Materia y la ciencia de la Materia.

Los Magos no eran Reyes; pero eran, en Media y Persia, señores de los reyes. Los reyes mandaban a los pueblos, pero los magos guiaban a los reyes. Sa­crificadores, intérpretes de los sueños y ministros, ellos solos decían comunicar con Ahura Mazdá; ellos solos pretendían conocer el futuro y el destino. Mataban con sus propias manos a los animales enemigos del hombre y de las mieses: las serpientes, los insectos nocivos, las aves nefastas. Purificaban a los hombres y los campos; ningún sacrificio era tenido por agrada­ble a Dios si no era ofrecido por sus manos; ningún rey hubiera movido guerra sin haberlos escuchado. Se preciaban de poseer los secretos de la tierra y los del cielo; sobresalían entre toda su gente en nombre de la Ciencia y de la Religión. En medio de un pueblo que vivía para la Materia, representaban el papel del Espíritu.

Era justo, por tanto, que fuesen a inclinarse ante Jesús. Después de las Bestias, que son la Naturaleza; después de los Pastores, que son el pueblo, esta tercera potencia –el Saber- se arrodilla ante el pesebre de Belén. La vieja casta sacerdotal


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