jueves, 25 de septiembre de 2008

"NADIE LA QUERÍA, Y ME LA HE TRAÍDO CONMIGO"







El Padre Garralda dedicó 30 años a visitar las cárceles.
He aqui un testimonio de fe:

"Nadie la quería,
y me la he traído comigo"

El padre Garralda, jesuita, lleva más de 30 años acompañando a los presos, viviendo con ellos, ayudándoles a salir adelante. Así empezó todo: «El Evangelio lo que dice es que Cristo está con los pobres, así que me fui con ellos. Estuve en un poblado viviendo con ellos. Allí una vecina cayó presa y me pidieron que fuera a verla». De su primera impresión sólo le sale repetir una palabra: «Flotando, flotando. No tenía ni idea de lo que era la cárcel. Un día, nada más llegar, hubo una reunión del equipo de tratamiento. Yo no tenía ni idea de lo que era aquello, y allí la directora me dijo: Padre, ¿quiere dar clases de francés?Yo dije: No. Y ella: ¿ Y clase de matemáticas?y yo dije: No. Y ella: ¿Quiere ayudar con los deportes? Y yo: Tampoco. Entonces ella se indigna: Entonces, ¿a qué viene usted aquí? ¿A decir misa nada más7. Y yo le respondí: ¡Ynada menoslY así empecév

En estos 30 años, ha seguido un itinerario que le ha llevado a conocer de cerca una realidad que pocos quieren tener en cuenta: pobres, drogadictos, sin techo, inmigrantes sin papeles, y luego con los niños de todos ellos. Gracias a su experiencia ha puesto en marcha la Fundación Horizontes abiertos: «Nuestro objetivo son los marginados , los preferidos por el Señor».

El padre Garralda tiene una visión distinta de la cárcel de la que puede tener una mirada desde fuera dominada por el miedo. «La cárcel -afirma- es una maravilla.

Ha cambiado mucho, para mejor, se está haciendo un esfuerzo enorme, pero la sociedad no acaba de convencerse de ese esfuerzo. Es reacia; pensamos: si está en la cárcel es que es malo. La sociedad es tremendamente injusta con el preso, porque el preso que sale lo hace porque ha pagado su pena. Parece que, cuando salen, llevan la palabra preso escrita en la frente.

La sociedad persigue al preso, y éste sale ya con una situación difícil, con poca fuerza, sin futuro. Mientras la sociedad sea tan dura y los católicos no tengamos un sentimiento real de acogida para con los presos, el que no tiene donde agarrase se queda en la calle. El problema de la cárcel hoy es la sociedad. Tiene que implicarse más, y los católicos deben dar aquí el do de pecho; hay que unirse a nuestros hermanos, porque Cristo lo dijo: Estuve preso y me visitasteis.

El preso es hermano nuestro y Cristo nos lo encomienda especialmente». Y termina con un aldabonazo: «Si la Iglesia católica destacase seriamente por su caridad, el mundo creería. La cárcel es terreno abonado, ¿pero dónde están los evangelizadores

El padre Garralda habla de la cárcel con pasión, y dice sin rubor que es el terreno de Dios: «He oído bastantes veces en medio de una Eucaristía: Doy gracias a Dios por haber venido a la cárcel, porque aquí he conocido a Dios. Yo a los presos les digo: Mira, te voy a

enseñar a rezar. Y me dicen: Que yo no tengo cabeza. E insisto: Cuando estés "chapao", en tu "chabolo", solo, por la noche, cierra los ojos y di una sola palabra: "Padre". Y Dios estará contigo allí. Las misas en la cárcel son impresionantes. Llegan allí con sus barbas, sus problemas, comulgan... ¡Es el terreno de Dios! Siempre que voy allí, no tengo problemas para hablar de Dios. La cárcel es muy dura para evangelizar, y la gente prefirió convertirse en trabajadores sociales. Yo, desde el principio, empecé a decir misa y a hablar de Dios con ellos. ¿Que si me escuchan? Toma, pero como locos. Van a misa voluntariamente, y van, claro que van, y comulgan muchos con lágrimas, que te quedas impresionado. ¡Si son los pobres de Dios!»

A la hora de recordar a algún preso que le haya marcado especialmente, no lo duda y habla de la Pepi: «Es la primera que vi ahorcada, en Yeserías. Cuando llegué esa mañana a la cárcel, las presas estaban dando patadas a las puertas, porque sabían que se había ahorcado. Aquella chiquilla pesaría 30 kilos, comida por el sida, por la droga, desdentada, ladrona, prostituta para poder drogarse... Todos los pecados del mundo, veniales y mortales, los tenía la pobrecilla. Yo la quería con el alma. Nada más enterarme de eso, misa. Vino toda la cárcel a misa, y recuerdo perfectamente que sentí una moción interior de Dios: Es verdad, está conmigo, díselo a la gente, que está conmigo; nadie la quería, me la he traído yo conmigo».


lunes, 15 de septiembre de 2008

LA VIDA NUEVA






Juan Manuel de Prada publica en XLSemanal el artículo titulado La Vida Nueva, que por su interés para los creyentes traigo a este blog.

La Vida Nueva

A veces se dice sumariamente que Jesús condena a los ricos, pero más exacto sería afirmar que condena a quienes tienen apego a las riquezas, a quienes ponen su corazón en el dinero; y prueba de ello es que entre sus seguidores se contaron hombres ricos e influyentes. Uno de ellos es Nicodemo, que según nos cuenta el Evangelio acudía a Jesús de noche, un poco a hurtadillas, para evitar la vigilancia de los fariseos. En una de las conversaciones que mantiene con Jesús, le pregunta: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Acaso se puede entrar otra vez en el seno de la madre y volver a nacer?». Y Jesús le responde que, en efecto, cualquier hombre, no importa cuán viejo sea, puede volver a nacer del Espíritu. Se trata de uno de los pasajes más inspiradores del Evanglio, porque nos habla de la posibilidad de reno- varnos de forma profunda y radical, resucitando sobre las cenizas del hombre viejo. También es uno de los pasajes más definidores de la esperanza cristiana: convertirse es «volver a nacer»; y, una vez abrazados a esa vida nueva, nadie va a pedirnos cuentas de la vida antigua que hemos decidido dejar atrás. Ésta es una de las mayores bellezas aportadas por el cristianismo (enturbiada por la Reforma, pero subsistente allá donde el orden romano subsiste): no importa lo que los hombres han sido, no importa lo que en el pasado hayan hecho o dejado de hacer, sino lo que hacen aquí y ahora; porque la vida humana está constantemente abierta a la redención. Es por esto que en los países de tradición católica todavía no triunfan esos intentos zarrapastrosos (tan habituales, por el contrario, en los países de tradición protestante) de manchar la fama de las personas públicas invocando episodios poco ejemplares de su pasado.

Visitando Florencia hace algún tiempo tuve oportunidad de contemplar, en el museo de su catedral, una extraña Piedad de Miguel Ángel que me hizo reflexionar sobre estos asuntos. Digo extraña porque es una obra de senectud, muy alejada por tanto de ese virtuosismo arrogante que caracteriza las obras juveniles de Buonarroti. Al parecer, Miguel Ángel concibió esta Piedad con el propósito de que presidiese su propia tumba; pero no la pudo concluir porque le sobrevino la muerte. El Miguel Ángel que esculpe esta Piedad ya nada tiene que ver con el joven engreído, orgulloso de su arte, que ha apurado hasta las heces la copa de los placeres y el agasajo de sus contemporáneos; es un anciano que, como Nicodemo, desea volver a nacer. Y entonces se incluye a sí mismo en el grupo escultórico, forzando un poco la composición clásica de una Piedad, bajo la figura de un Nicodemo que sostiene el cuerpo exánime de Jesús. Como la escultura está inconclusa, se crea un efecto muy sugestivo: parece como si Nicodemo, como si el propio Miguel Ángel, estuviese en efecto naciendo ante nuestros ojos, brotando del cuerpo mismo de Jesús; sus rasgos borrosos, todavía no concretados por el cincel, parecen rasgos gestantes, los rasgos de un hombre en ciernes que se asoma a una vida nueva.

A muchos nos ocurre como a Nicodemo. No creíamos en la posibilidad de «volver a nacer», pensábamos que los errores del pasado eran lápidas de granito que nos echábamos sobre la espalda, fardos gravosos que nunca dejaban de aplastarnos; y, en consecuencia, creíamos que todo intento de renovación resultaría vano, porque aquellos errores del pasado continuarían arrojando su sombra sobre nuestra vida presente, impidiéndola cobrar vuelo. Hubo una época en nuestra vida, incluso, en que tales ideas sombrías a punto estuvieron de apresarnos en su gangrena, convirtiendo nuestra existencia en una cárcel lóbrega, siempre atenazada por los grilletes del pasado. Y, mientras tales grilletes nos atenazaban, los negros pajarracos de la angustia empezaron a sobrevolarnos, disputándose nuestros despojos. Pero un día descubrimos que hay una vida nueva aguardándonos a la vuelta de la esquina y nos aferramos a ella, como el Nicodemo de Miguel Ángel se aferra al Crucificado, y sentimos que en cada momento podemos ser salvados, que nada está fatalmente escrito, que las lápidas de granito y los fardos que nos aplastaban pueden convertirse hoy mismo en leve polvo, que los pajarracos de la angustia ya huyen despavoridos, que somos de repente hombres nuevos, hombres con la alegría recién estrenada que quieren volver a nacer.

sábado, 13 de septiembre de 2008

CHESTERTON Y SU INFLUENCIA EN LA JUVENTUD INGLESA



















Hoy traemos aqui las confesiones de Joseph Pierce relativas a su conversión al catolicismo leyendo a Chesterton

Joseph Pearce habla acerca de su conversión, en la cárcel

Así me llevó Chesterton al cristianismo

El escritor inglés Joseph Pearce es conocido por sus trabajos sobre conversos... En e! diario Avveñire, acaba de contar su propia experiencia, no menos impactante que algunas de las que ha narrado. Pearce fue skinhead y miembro de grupos paramilitares norirlandeses, hasta que conoció en la cárcel a Chesterton...

¿Cómo se convirtió?

Crecí en un barrio pobre de 'Londres, en el período en el que los movimientos migratorios esta­ban provocando notables cambios de­mográficos. A los 15 años, me inscribí en el Frente Nacional, que pedía la re­patriación de los inmigrantes no blan­cos. Mi vida giraba en torno a las ma­nifestaciones, muchas violentas. Me lle­né la cabeza con una ideología racista; a los 16 años, me convertí en director de Bulldog, el periódico del sector ju­venil. Mi dureza encubría además un desprecio al catolicismo, bien porque los terroristas del IRA eran católicos, bien porque tenía un prejuicio antica­tólico que había captado de muchos in­gleses. En el contexto de Irlanda del Norte, mi anticatolicismo se concretaba en repugnancia.

¿En qué modo?

En los años 70, en pleno apogeo de la ola de atentados del IRA, mi odio me llevó a implicarme en el Ulster. Me uní a la Orden de Orange, una sociedad pseu-do-masónica cuyo único objetivo era oponerse al papismo. En 1978 —tenía 17 años-, participé en las revueltas anticatólicas de Derry: lanzamos bombas con­tra la policía, atacamos casas y negocios de católicos. Firmé alianzas con grupos paramilitares protestantes. En 1982 fui condenado a seis meses de cárcel por publicar material que incitaba al odio racial. No me arrepentí, y después con­tinué dirigiendo Bulldog y fui nueva­mente condenado, durante 20 meses. En mi primera detención, Auberon Waugh, hijo del gran escritor católico Evelyn, me definió como «un ejemplo de juven­tud desventurada». ¡Tenía razón!

La lectura de Chesterton jugó un gran papel en su conversión.

Alguien me sugirió que me informa­ra mejor sobre las ideas de Chesterton y Belloc, coautores del distribucionismo. Me aconsejaron que comprara el libro The outline ofsanity, pero en particular el ensayo Reflections on a roten apple, in­cluido en la colección de ensayos The well and the shallows. ¡Qué sorpresa des­cubrir que se trataba, en su mayor par­te, de una apología de la fe católica! Se puede imaginar mi confusión cuando descubrí que no había errores en su ló­gica. Su perspicacia y sabiduría hicie­ron emerger mis prejuicios. Comencé a descubrir a la Iglesia como es, y no como afirman sus enemigos. Comencé a de­vorar todo lo que caía en mis manos de Chesterton. A través de sus libros, co­nocí a Hilaire Belloc, a C.S. Lewis y, des­pués, a John Henry Newman. Durante el segundo período de mi detención, leí El señor de los anillos y me di cuenta de su bondad, de su objetividad moral y de la belleza virtuosa de la que estaba lleno. Sabía que Tolkien, como Chesterton, Be­lloc y Newman, era católico.

Usted ha declarado que «una buena literatura puede tener un papel clave en la conversión de las personas».

Vivimos en una era post-teológica y post-filosófica. Los temas cruciales de estas dos disciplinas ya no se enseñan en las escuelas laicas. Para la mayoría de las personas, el camino a Cristo a tra­vés de la razón es difícil porque no se les ha enseñado a pensar. Si el camino de la razón se bloquea desde una igno­rancia insuperable, podemos conquis­tar almas para Cristo a través del poder de la belleza. La literatura, la música y las artes visuales son como las vidrieras de la Edad Media: ayudan a los que no pueden leer porque hablan con la ver­dad de las imágenes. La época moderna es post-literaria y tiene necesidad de imá­genes -la ficción, el arte, la música-, que ofrecen las enseñanzas teológicas y fi­losóficas necesarias para la salvación.

¿Es optimista o pesimista sobre el futuro de la relación entre Europa y el cristianismo?

El cristianismo sobrevivirá hasta el fin del mundo, pero no estoy seguro de que esto ocurra también con Europa. De­masiados europeos piensan sólo en sus propios intereses y no están abiertos, por ejemplo, a tener niños o dedicar la propia vida a Cristo. Una cultura así no puede sobrevivir, mientras no entone el mea cul­pa y vuelva a Cristo y a su Iglesia. Una parte del problema atañe a la Unión Eu­ropea, un devaluado monolito de co­rrupción nepotista que ha vuelto la es­palda al concepto cristiano de Europa y que ha abrazado el laicismo fundamen-talista. Su corrupción no se puede sos­tener a largo plazo, y menos la cultura de la muerte que la nutre. La Unión Eu­ropea se derrumbará, se convertirá en un montón de nacionalismos bélicos. No sé qué renacerá de sus cenizas, pero sé que el cristianismo todavía será parte del destino de Europa, en cuanto que es un componente de su herencia.

Lorenzo Fazzini

Traducción: María Pazos


jueves, 4 de septiembre de 2008

LOS CINCO DEFECTOS DE JESUS









Buscando la parroquia en la que esta tarde tendrá lugar el funeral por una amiga nuestra,
he encontrado Los cinco defectos de Jesús, que me ha gustado y traigo aqui.





LOS CINCO DEFECTOS DE JESÚS...


Primer defecto: Jesús no tiene buena memoria

En la cruz, durante su agonía, Jesús oyó la voz del ladrón a su derecha: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Si hubiera sido yo, le habría contestado: «No te olvidaré, pero tus crímenes tienen que ser expiados, al menos, con 20 años de purgatorio». Sin embargo Jesús le responde: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso». Él olvida todos los pecados de aquel hombre.

La parábola del hijo pródigo nos cuenta que éste, de vuelta a la casa paterna, prepara en su corazón lo que dirá: «Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros». Pero cuando el padre lo ve llegar de lejos, ya lo ha olvidado todo; corre a su encuentro, lo abraza, no le deja tiempo para pronunciar su discurso, y dice a los siervos, que están desconcertados: «Traed el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado».

}Jesús no tiene una memoria como la mía; no sólo perdona, y perdona a todos, sino que incluso olvida que ha perdonado.

Segundo defecto: Jesús no sabe matemáticas

Si Jesús hubiera hecho un examen de matemáticas, quizá lo hubieran suspendido.

La parábola de la oveja perdida lo demuestra. Un pastor tenía cien ovejas. Una de ellas se descarría, y él, inmediatamente, va a buscarla dejando las otras noventa y nueve en el redil. Cuando la encuentra, carga a la pobre criatura sobre sus hombros.

} Para Jesús, uno equivale a noventa y nueve, ¡y quizá incluso más! ¿Quién aceptaría esto? Cuando se trata de salvar una oveja descarriada, Jesús no se deja desanimar por ningún riesgo, por ningún esfuerzo.

Tercer defecto: Jesús no sabe de lógica

Una mujer que tiene diez dracmas pierde una. Entonces enciende la lámpara para buscarla. Cuando la encuentra, llama a sus vecinas y les dice: «Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido». ¡Es realmente ilógico molestar a sus amigas sólo por una dracma! ¡Y luego hacer una fiesta para celebrar el hallazgo! Y además, al invitar a sus amigas ¡gasta más de una dracma! Ni diez dracmas serían suficientes para cubrir los gastos...

} Jesús, como conclusión de aquella parábola, desvela la extraña lógica de su corazón: «Os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

Cuarto defecto: Jesús es un aventurero

El responsable de publicidad de una compañía o el que se presenta como candidato a las elecciones prepara un programa detallado, con muchas promesas. Nada semejante en Jesús. Su propaganda, si se juzga con ojos humanos, está destinada al fracaso.

Procesos y persecuciones es lo que Él promete a quien lo sigue. A sus discípulos, que lo han dejado todo por él, no les asegura ni la comida ni el alojamiento, sino sólo compartir su mismo modo de vida. A un escriba deseoso de unirse a los suyos, le responde: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».

El pasaje evangélico de las bienaventuranzas, verdadero «autorretrato» de Jesús, aventurero del amor del Padre y de los hermanos, es de principio a fin una paradoja, aunque estemos acostumbrados a escucharlo: «Bienaventurados los pobres de espíritu..., bienaventurados los que lloran..., bienaventurados los perseguidos por la justicia..., bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos».

} Pero los discípulos confiaban en aquel aventurero. Desde hace dos mil años y hasta el fin del mundo no se agota el grupo de los que han seguido a Jesús. Basta mirar a los santos de todos los tiempos. Muchos de ellos forman parte de aquella bendita asociación de aventureros. ¡Sin dirección, sin teléfono, sin fax...!

Quinto defecto: Jesús no entiende de finanzas ni de economía

Recordemos la parábola de los obreros de la viña: «El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Salió luego hacia las nueve y hacia mediodía y hacia las tres y hacia las cinco.., y los envió a sus viña». Al atardecer, empezando por los últimos y acabando por los primeros, pagó un denario a cada uno.

} Si Jesús fuera nombrado director de empresa o administrador de una comunidad, esas instituciones quebrarían e irían a la bancarrota: ¿cómo es posible pagar a quien empieza a trabajar a las cinco de la tarde un salario igual al de quien trabaja desde el alba? ¿Se trata de un despiste, o Jesús ha hecho mal las cuentas? ¡No! Lo hace a propósito, porque -explica-: «¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?».


¿Por qué Jesús tiene estos defectos?

Porque es Amor.

El amor auténtico no razona, no mide, no levanta barreras, no calcula, no recuerda las ofensas y no pone condiciones...


Y nosotros hemos creído en el AMOR...


Monseñor Van Thuan

















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