domingo, 27 de julio de 2008
BELEN MARTIN DE CAVIEDES
viernes, 25 de julio de 2008
DIOS AYUDA Y SANTIAGO
Hoy, festividad del Apóstol Santiago, hacemos una referencia al Apóstol, que
según la tradición, nos trajo a España la fe cristiana.
Santiago es uno de los doce Apóstoles de Jesús; hijo de Zebedeo. El y su hermano Juan fueron llamados por Jesús mientras estaban arreglando sus redes de pescar en el lago Genesaret.
Recibieron de Cristo el nombre "Boanerges", significando hijos del trueno, por su impetuosidad.
En los evangelios se relata que Santiago tuvo que ver con el milagro de la hija de Jairo. Fue uno de los tres Apóstoles testigos de la Transfiguración y luego Jesús le invitó, también con Pedro y Santiago, a compartir mas de cerca Su oración en el Monte de los Olivos.
Los Hechos de los Apóstoles relatan que éstos se dispersaron por todo el mundo para llevar la Buena Nueva. Según una antigua tradición, Santiago el Mayor se fue a España. Primero a Galicia, donde estableció una comunidad cristiana, y luego a la cuidad romana de Cesar Augusto, hoy conocida como Zaragoza. La Leyenda Aurea de Jacobus de Voragine nos cuenta que las enseñanzas del Apóstol no fueron aceptadas y solo siete personas se convirtieron al Cristianismo. Estos eran conocidos como los "Siete Convertidos de Zaragoza". Las cosas cambiaron cuando la Virgen Santísima se apareció al Apóstol en esa ciudad, aparición conocida como la Virgen del Pilar. Desde entonces la intercesión de la Virgen hizo que se abrieran extraordinariamente los corazones a la evangelización de España.
En los Hechos de los Apóstoles descubrimos fue el primer apóstol martirizado. Murió asesinado por el rey Herodes Agripa I, el 25 de marzo de 41 AD (día en que la liturgia actual celebra La Anunciación). Según una leyenda, su acusador se arrepintió antes que mataran a Santiago por lo que también fue decapitado. Santiago es conocido como "el Mayor", distinguiéndolo del otro Apóstol, Santiago el Menor.
La tradición también relata que los discípulos de Santiago recogieron su cuerpo y lo trasladaron a Galicia (extremo norte-oeste de España). Su restos mortales están en la basílica edificada en su honor en Santiago de Compostela. En España, Santiago es el mas conocido y querido de todos los santos. En América hay numerosas ciudades dedicadas al Apóstol en Chile, República Dominicana, Cuba y otros países.
Santiago y la Virgen María
Santiago Apóstol preparó el camino para la Virgen María en España y también preparó su llegada al "Nuevo Mundo". El es el Apóstol de la Virgen María, también es conocido como el Apóstol de la Paz.
En 1519, Cortes llegó a Veracruz, y en Lantigua construyó la primera Iglesia dedicada a Santiago Apóstol en el continente Americano. También en 1521, cuando México fue conquistada, Cortes construyó una Iglesia en las ruinas de los Aztecas que al igual fue dedicada a Santiago Apóstol. A esta Iglesia era que Juan Diego se dirigía el 9 de diciembre de 1531, para recibir clases de catecismo y oír la Santa Misa, ya que era la fiesta de la Inmaculada Concepción.
En 1981, se reportó el comienzo de las apariciones de Nuestra Señora en Medjugorie bajo el titulo "Reina de la Paz". Ya Santiago Apóstol se había hecho presente. Unos años antes, se había construido una Iglesia en ese lugar dedicada a Santiago Apóstol. Santiago siendo el Apóstol de la Paz, lleva en sus manos las llaves para abrir la puerta que traería la paz a Medjugorie.
Santiago Apóstol ha preparado el camino para que el mundo reconozca a la Virgen Santísima como "Pilar" de nuestra Iglesia.
domingo, 20 de julio de 2008
TESTIMONIO DE FE DE INGRID BETANCOURT
En Alfa y Omega se ha publicado el siguiente artículo con palabras de Ingrid Betancourt, que constituyen un
testimonio de fe.
Ingrid Betancourt, liberada junto con otros 14 secuestrados: La fe es mi fuerza |
Estas fotos de Ingrid Betancourt, liberada de las garras de los terroristas por el Ejército colombiano, han sido sistemática y cobardemente autocensuradas prácticamente en todos los periódicos y telediarios. Alfa y Omega quiere destacarlas y denunciar el miedo a la verdad. El mundo entero ha recibido de esta mujer un poderoso mensaje de esperanza: Dios nunca nos falla. Aunque nos rodee la maldad. He aquí algo de lo que ha dicho estos días: |
Vamos a ver si me sale la voz, porque estoy muy, muy emocionada.
Acompáñenme, primero, a darle gracias a Dios, a la Virgen.
Mucho le recé. Mucho me imaginé este momento con mi mamita
(Se dirige a ella: No llores más, no más llanto). Gracias a Dios, primero;
segundo, a todos ustedes que me acompañaron en sus oraciones,
que pensaron en mí, que me tuvieron en su corazón, así fuera por
un momentito;que, de pronto, sintieron compasión por nosotros
los secuestrados...
Esta mañana, cuando me levanté, recé el Rosario, a las 4 de la
mañana; me encomendé a Dios... Estuvimos esperando todo
el día, no sabíamos qué...
Oímos los helicópteros. Yo miré para arriba al cielo y pensé:
¡Qué curioso es sentir felicidad oyendo un helicóptero cuando,
durante 7 años, cada vezque lo oigo me da miedo!.. . Nos dijeron
que teníamos que subir esposados.
Eso fue muy humillante. Rogaba a Dios que me diera fuerzas para
aceptar las humillaciones que se iban a venir... Cerraron las puertas,
y de pronto vi al comandante que durante cuatro años estuvo
al mando de nosotros, que tantas veces fue tan cruel y tan déspota;
lo vi en el suelo, en peloto, con los ojos vendados...
No crean que sentí felicidad, sentí mucha lástima. Pero le di gracias a
Dios de estar con personas que respetan la vida de los demás, aun
cuando son enemigos. El jefe de la operación dijo: «Somos del
Ejército nacional.
Están en libertad». El helicóptero casi se cae, porque saltamos,
gritamos, lloramos, nos abrazamos... No lo podíamos creer.
Dios nos hizo este milagro.
Esto es un milagro. Esto es un milagro que quiero compartir con
ustedes, porque sé que todos ustedes sufrieron con mi familia,
con mis hijos, sufrieron conmigo...
Nunca he sido tan fuerte
En un secuestro uno deja muchas plumas, como la soberbia, la
terquedad...
Llegué (a la selva) con una cantidad denecedades..., pero
termina uno zafándose de eso, liberándose. La mano de la
Virgen en este proceso es clara para mí.
Simplemente, uno tiene dos opciones: odiar, o entregarse
a Dios y buscar en una espiritualidad mayor la paz del
corazón. No los odio... Que Dios bendiga a mis captores.
Espero que esta experiencia les permita cambiar su
corazón. Es la hora de que rectifiquen...
Todos podemos ser ángeles o demonios para los demás.
Cada uno de nosotros en su interior puede ser extraor-
dinariamente bueno y extraordinariamente malo.
Y todos podemos caer en ese horror de ser lobos para
otros.
Lo que es cierto es que tengo una fe inmensa. Pienso que
mi liberación es un milagro. Lo pienso realmente. Antes tenía
fe, pero era una fe ritual.
Creía, sí, pero sin mucha preocupación. En la jungla, no
podía despreocuparme.
La fe ha sido mi fuerza, una presencia absoluta.
La veo y puedo tocarla...
Todo se lo debo a Dios... Pertenezco a Jesús. Soy de
su Sagrado Corazón y no he desfallecido ni un momento
en la oración...
Ahora no puedo olvidar que dejo tras de mí a muchos
seres humanos, víctimas de las FARC...
(A los secuestrados:) Estoy con vosotros.
Sé que muy pronto podremos abrazarnos.
Os amo, a cada uno de ustedes lo llevo escrito en
mi corazón.
sábado, 19 de julio de 2008
SOBREHUMANA BETANCOURT
Bello artículo de Juan Manuel de Prada sobre Ingrid Betancourt.
Sobrehumana Betancourt
PUBLICABA el jueves Alfonso Rojo un artículo, vigoroso y contundente como todos los suyos, titulado «Los monstruos», en el que mostraba su estupor ante unas declaraciones de Ingrid Betancourt, tras su liberación, en las que afirmaba que se habia compadecido de sus captores, cuando los vio desnudos y maniatados en el helicóptero que la conducía a la libertad. Nos recordaba Rojo que Betancourt había sido sometida, durante los seis años que duró su cautiverio en la jungla, a las vejaciones y sevicias más impronunciables; y juzgaba «una aberración» albergar sentimientos piadosos hacia alimañas semejantes. No le faltaba razón a Rojo: en términos estrictamente humanos, constituye una aberración —algo que se separa o desvía de la mera razón humana— perdonar y amar a quien nos ha infligido un daño crudelísi-mo. «Yo no sería capaz de perdonar», afirma humanamente Rojo; y concluye su artículo con una —digámoslo así— profesión de incredulidad: «No puedo creer que no odie a sus verdugos».
Podríamos aportar aquí una explicación de índole psiquiátrica que esclareciese la «aberración» de Ingrid Betancourt. Todos hemos oído hablar del «síndrome de Estocolmo», un complejo estado psicológico en el cual la víctima de un secuestro desarrolla una suerte de complicidad con su captor, consecuencia seguramente del extremo grado de desvalimiento y vulnerabilidad a que la ha conducido el cautiverio; estado psicológico que se revela en una serie de conductas morbosas: sentimiento de gratitud y afecto hacia el secuestrador, identificación con las razones desquiciadas que lo llevaron a secuestrarla, etcétera. Esta explicación humana no sirve, sin embargo, para esclarecer el caso de Ingrid Betancourt, que en modo alguno ha mostrado connivencia o comprensión hacia las sinrazones de su cautiverio; y resulta muy dilucidador que Rojo, que se confiesa estupefacto, no mencione sin embargo la posibilidad de que Betancourt sufra un trastorno psicológico. Y es que Rojo intuye que las declaraciones de Betancourt están dictadas por una fuerza sobrenatural. «Quitad lo sobrenatural y no encontraréis lo natural, sino lo antinatural», nos advertía Chesterton.
En efecto, desgajadas de esa inspiración sobrenatural, las declaraciones de Betancourt se nos antojan algo antinatural o aberrante, contrario a la mera razón humana. Pero la solución al misterio de unas declaraciones tan estupefacientes nos la ofrecía ese mismo día el semanario «Alfa y Omega», que publicaba una fotografía en la que Ingrid Betancourt sostenía entre sus manos, sufridas y bellísimas, un rudimentario rosario que ella misma había confeccionado durante su cautiverio. Aunque los medios de comunicación —tan empeñados en mostrarnos lo antinatural de la vida— han querido hurtarnos sus palabras, Ingrid Betancourt ha manifestado que su cautiverio no hubiese sido soportable si no la hubiese alentado la fuerza de la fe, cultivada a través de la oración.
Y esa misma fuerza sobrehumana de la fe es la que ha inspirado las declaraciones escandalosas que Rojo glosa en su artículo; porque, en efecto, nada hay más escandaloso que perdonar a quienes nos hacen daño, como no hay pasaje más escandaloso en el Evangelio que aquel del Sermón de la Montaña en el que Jesús nos ordena: «Amad a vuestros enemigos y bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos».
Esta expresión perfecta del amor cristiano sólo se puede alcanzar cuando nos asiste la fuerza sobrehumana de la fe. El amor al enemigo nos impone salir de los límites de nuestra humanidad: hay primero que superar y cauterizar el daño recibido, purificarse interiormente y volcar esa fuerza catártica sobre quien nos infligió el daño, para que nuestro amor lo purifique también a él. Se trata, en definitiva, de renovar aquí y ahora el misterio de la Cruz; y esto es algo que escandaliza a nuestra época antinatural, algo que nuestra época antinatural no entiende ni admite. La sobrehumana Ingrid Betancourt ha dado un testimonio de fe aco-
jonante y vertiginoso. Créetelo, querido Alfonso: esa mujer no odia a sus verdugos; y el amor que les profesa es sobrenatural.
www.juanmanueldeprada.com
miércoles, 16 de julio de 2008
MARYSIA
En Vida Nueva, del 12 al 18 de Julio de 2008, viene una entrevista con Marysia Szmlakowska, viuda de Narciso Yepes, autora del libro Amaneció de noche.
Traemos aquí dicha entrevista
ESPOSA DE
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Los ángeles no tienen aIitas y no están en el cielo. Son personas
que te encuentras por el camino, portadores de un mensaje
para ti que te manda Dios".
Marysia Szumlakowska, esposa del guitarrista universal
Narciso Yepes (Lorca 1927, Murcia 1997), siempre se ha
sentido muy acompañada por la ayuda de Dios hecha carne,
"personalizada en seres humanos que, a pesar de no
conocerlos, te dicen una frase que te cala hondo y marca
el sendero a seguir". También, y quizás más especialmente,
en aquellos instantes tan dolorosos como son la enfermedad y
la muerte de los seres queridos.
"Cuando murió nuestro hijo, Juan de la Cruz Yepes, a
la edad de dieciocho años, fue como despertarme a una
realidad mucho más cruda y profunda. Darme cuenta
de que no sólo cuando van bien las cosas tienes que tener
fe, sino justamente lo contrario, como Job. Aunque
no entendemos por qué lo quiere Dios, hay que pensar
que tiene sus razones", explica recordando que su hijo
fallecido -"igual que los dos que quedan, Ignacio y
Ana"- era un ser dotadísimo, muy especial.
Años después, esta mujer que hoy, sentada en
el porche de El Jaral, su residencia en el norte
de Madrid, transmite con sus recuerdos la inmensa
paz de quien nunca se ha sentido solo, tuvo que
enfrentarse a la despedida, precedida de un largo
sufrimiento llamado cáncer, del "motor de su
vida": Narciso.
Algunos retazos de esta difícil senda de luz y
sombras, donde el dolor y la alegría caminan
de la mano gracias al inmenso amor que ha
sentido y siente por su marido, han quedado
plasmados en Amaneció de Noche. Despedida
de Narciso Yepes, un libro valiente publicado por
Edibesa, que va por la tercera edición.
Sus vivencias, escritas con la firme creencia, según
dice en la dedicatoria, de que "también a través
de las lágrimas puede nacer una sonrisa", testimonian
cómo la fe es el fundamento de su vida: "Para mí
la fe es un vivir en Dios y el morir es nacer a una vida
de plenitud. Nunca se me ocurrió rebelarme contra Él".
Del mismo modo, en las 279 páginas, iluminadas por
entrañables fotografías familiares y el cariño de
Ángel Moreno, de Buenafuente (autor del prólogo),
deposita un consejo: mientras haya esperanza, hay que
luchar, luchar, luchar.
"Tenemos que convivir con la hermana muerte, y no
tenemos que adelantar a ella, que no nos coja
por sorpresa. No podemos taparnos los ojos y fingir,
debemos adelantarnos a la muerte aprovechando
cada instante de la vida", dice instando a disfrutar
de una flor, de la compañía de los hijos o de "las
treguas de Dios", esos remansos donde descansar.
Estas palabras no beben sólo de sus vivencias con
el mítico músico, sino de la ayuda y atención a
personas enfermas, ancianas o en situación de duelo,
en las que encontró, tras la muerte de Narciso, un
aliciente para seguir adelante, además de la razón
de su propia existencia.
También es monitora de 'seitai', actividad cultural y
científica sobre la salud de origen japones. "Se
debe aprender a respetar la dignidad humana del
enfermo. El mayor bien que hizo Juan Pablo II
fue mostrarse cuando estaba muy enfermo, devolviendo
así la dignidad al que la sociedad no quiere ver porque no
es una fotografía bonita".
De Wojtyla también alaba cómo destacó que "el
enfermo que ofrece su sufrimiento es el mayor poder
de sanar al mundo y la humanidad". "Muchas veces
le dije a Narciso que era valiente, pero me contestaba
que no, porque tenía fe, una familia maravillosa,
además de seres queridos. Valientes son los que
están solos y no tienen fe".
Su ánimo alegre, que participa de la misma
intensidad que su mirada, impulsa a Marysia
a afrontar el futuro con miles de proyectos,
como escribir la biografía de Narciso Yepes
o concretizar su ayuda a los necesitados.
En definitiva, "vivir para Dios, en Dios,
desde Él y donde Él quiera".
En esencia
Una película: El gran silencio, Philip Gróning.
Un libro: La Biblia
Una canción: Seréis mis testigos, de mi hijo Ignacio, compuesta
para la reunión de Jóvenes en Cuatro Vientos en 2000.
Un deporte: Windsurf
Un rincón del mundo: Cualquiera donde estén mis seres queridos
Un deseo frustrado: Ayudar más. Me gustaría irme de misiones
pero no sé si podré por mi edad.
Un recuerdo de la infancia: La sonrisa de mis padres.
Una aspiración: Escribir la vida de Narciso para compartirla
con otros.
Un persona: Mi marido.
La última alegría: El nacimiento de mi última nieta, que tiene
casi dos meses.
La mayor tristeza: La muerte de mi hijo y de mi marido.
Un sueño: Hacer música todos juntos un día en la Casa del Padre.
Un regalo: ¿Para hacer o para dar? La fe.
Un valor: El amor.
Me gustaría que me recordasen por: ser alegre.
Texto: Marina de Miguel.
Foto: Luis Medina
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