domingo, 20 de julio de 2008

TESTIMONIO DE FE DE INGRID BETANCOURT






















En Alfa y Omega se ha publicado el siguiente artículo con palabras de Ingrid Betancourt, que constituyen un
testimonio de fe.

Ingrid Betancourt, liberada junto con otros 14 secuestrados:

La fe es mi fuerza

Estas fotos de Ingrid Betancourt, liberada de las garras de los terroristas

por el Ejército colombiano, han sido sistemática y cobardemente

autocensuradas prácticamente en todos los periódicos y telediarios.

Alfa y Omega quiere destacarlas y denunciar el miedo a la verdad.

El mundo entero ha recibido de esta mujer un poderoso mensaje

de esperanza: Dios nunca nos falla. Aunque nos rodee la maldad.

He aquí algo de lo que ha dicho estos días:

Vamos a ver si me sale la voz, porque es­toy muy, muy emocionada.

Acompá­ñenme, primero, a darle gracias a Dios, a la Virgen.

Mucho le recé. Mucho me imaginé este momento con mi mamita

(Se dirige a ella: No llores más, no más llanto). Gracias a Dios, primero;

segun­do, a todos ustedes que me acompaña­ron en sus oraciones,

que pensaron en mí, que me tuvieron en su corazón, así fuera por

un momentito;que, de pronto, sintieron compasión por nosotros

los se­cuestrados...

Esta mañana, cuando me levanté, re­cé el Rosario, a las 4 de la

mañana; me encomendé a Dios... Estuvimos espe­rando todo

el día, no sabíamos qué...

Oí­mos los helicópteros. Yo miré para arriba al cielo y pensé:

¡Qué curioso es sentir fe­licidad oyendo un helicóptero cuando,

du­rante 7 años, cada vezque lo oigo me da mie­do!.. . Nos dijeron

que teníamos que su­bir esposados.

Eso fue muy humillante. Rogaba a Dios que me diera fuerzas pa­ra

aceptar las humillaciones que se iban a venir... Cerraron las puertas,

y de pronto vi al comandante que durante cuatro años estuvo

al mando de nosotros, que tantas veces fue tan cruel y tan déspota;

lo vi en el suelo, en peloto, con los ojos vendados...

No crean que sentí felicidad, sentí mucha lástima. Pero le di gracias a

Dios de estar con personas que respetan la vida de los demás, aun

cuando son enemigos. El jefe de la operación dijo: «Somos del

Ejército nacional.

Están en libertad». El helicóptero casi se cae, por­que saltamos,

gritamos, lloramos, nos abrazamos... No lo podíamos creer.

Dios nos hizo este milagro.

Esto es un mila­gro. Esto es un milagro que quiero com­partir con

ustedes, porque sé que todos ustedes sufrieron con mi familia,

con mis hijos, sufrieron conmigo...

Nunca he sido tan fuerte

En un secuestro uno deja muchas plumas, como la soberbia, la

terquedad...

Llegué (a la selva) con una cantidad denecedades..., pero

termina uno zafán­dose de eso, liberándose. La mano de la

Virgen en este proceso es clara para mí.

Simplemente, uno tiene dos opciones: odiar, o entregarse

a Dios y buscar en una espiritualidad mayor la paz del

corazón. No los odio... Que Dios ben­diga a mis captores.

Espero que esta ex­periencia les permita cambiar su

cora­zón. Es la hora de que rectifiquen...

Todos podemos ser ángeles o demonios para los demás.

Cada uno de noso­tros en su interior puede ser extraor-

di­nariamente bueno y extraordinaria­mente malo.

Y todos podemos caer en ese horror de ser lobos para

otros.

Lo que es cierto es que tengo una fe inmensa. Pienso que

mi liberación es un milagro. Lo pienso realmente. Antes te­nía

fe, pero era una fe ritual.

Creía, sí, pero sin mucha preocupación. En la jun­gla, no

podía despreocuparme.

La fe ha sido mi fuerza, una presencia absoluta.

La veo y puedo tocarla...

Todo se lo de­bo a Dios... Pertenezco a Jesús. Soy de

su Sagrado Corazón y no he desfallecido ni un momento

en la oración...

Ahora no puedo olvidar que dejo tras de mí a muchos

seres humanos, vícti­mas de las FARC...

(A los secuestrados:) Estoy con vosotros.

Sé que muy pronto podremos abrazarnos.

Os amo, a cada uno de ustedes lo llevo escrito en

mi co­razón.

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