miércoles, 16 de julio de 2008

MARYSIA












En Vida Nueva, del 12 al 18 de Julio de 2008, viene una entrevista con Marysia Szmlakowska, viuda de Narciso Yepes, autora del libro Amaneció de noche.
Traemos aquí dicha entrevista

ESPOSA DE



Los ángeles no tienen aIitas y no están en el cielo. Son per­sonas

que te encuentras por el camino, portadores de un men­saje

para ti que te manda Dios".

Marysia Szumlakowska, esposa del guitarrista universal

Narciso Yepes (Lorca 1927, Murcia 1997), siempre se ha

sentido muy acom­pañada por la ayuda de Dios he­cha carne,

"personalizada en se­res humanos que, a pesar de no

conocerlos, te dicen una frase que te cala hondo y marca

el sendero a seguir". También, y quizás más especialmente,

en aquellos ins­tantes tan dolorosos como son la enfermedad y

la muerte de los se­res queridos.

"Cuando murió nuestro hijo, Juan de la Cruz Yepes, a

la edad de dieciocho años, fue como des­pertarme a una

realidad mucho más cruda y profunda. Darme cuenta

de que no sólo cuando van bien las cosas tienes que tener

fe, sino justamente lo contrario, co­mo Job. Aunque

no entendemos por qué lo quiere Dios, hay que pensar

que tiene sus razones", ex­plica recordando que su hijo

fa­llecido -"igual que los dos que quedan, Ignacio y

Ana"- era un ser dotadísimo, muy especial.

Años después, esta mujer que hoy, sentada en

el porche de El Ja­ral, su residencia en el norte

de Madrid, transmite con sus recuer­dos la inmensa

paz de quien nun­ca se ha sentido solo, tuvo que

en­frentarse a la despedida, precedida de un largo

sufrimiento llamado cáncer, del "motor de su

vida": Narciso.

Algunos retazos de esta difícil senda de luz y

sombras, don­de el dolor y la alegría caminan

de la mano gracias al inmenso amor que ha

sentido y siente por su marido, han quedado

plasma­dos en Amaneció de Noche. Des­pedida

de Narciso Yepes, un libro valiente publicado por

Edibesa, que va por la tercera edición.

Sus vivencias, escritas con la fir­me creencia, según

dice en la de­dicatoria, de que "también a tra­vés

de las lágrimas puede nacer una sonrisa", testimonian

cómo la fe es el fundamento de su vida: "Para mí

la fe es un vivir en Dios y el morir es nacer a una vida

de plenitud. Nunca se me ocurrió re­belarme contra Él".

Del mismo modo, en las 279 pá­ginas, iluminadas por

entrañables fotografías familiares y el cariño de

Ángel Moreno, de Buenafuente (autor del prólogo),

deposita un consejo: mientras haya esperanza, hay que

luchar, luchar, luchar.

"Tenemos que convivir con la hermana muerte, y no

tenemos que adelantar a ella, que no nos coja

por sorpresa. No podemos ta­parnos los ojos y fingir,

debemos adelantarnos a la muerte aprove­chando

cada instante de la vida", dice instando a disfrutar

de una flor, de la compañía de los hijos o de "las

treguas de Dios", esos re­mansos donde descansar.

Estas palabras no beben sólo de sus vivencias con

el mítico músi­co, sino de la ayuda y atención a

personas enfermas, ancianas o en situación de duelo,

en las que en­contró, tras la muerte de Narciso, un

aliciente para seguir adelante, además de la razón

de su propia existencia.

También es monitora de 'seitai', actividad cultural y

cien­tífica sobre la salud de origen japones. "Se

debe aprender a res­petar la dignidad humana del

en­fermo. El mayor bien que hizo Juan Pablo II

fue mostrarse cuan­do estaba muy enfermo, devol­viendo

así la dignidad al que la so­ciedad no quiere ver porque no

es una fotografía bonita".

De Wojtyla también alaba có­mo destacó que "el

enfermo que ofrece su sufrimiento es el mayor poder

de sanar al mundo y la hu­manidad". "Muchas veces

le dije a Narciso que era valiente, pero me contestaba

que no, porque tenía fe, una familia maravillosa,

además de seres queridos. Va­lientes son los que

están solos y no tienen fe".

Su ánimo alegre, que participa de la misma

intensidad que su mi­rada, impulsa a Marysia

a afron­tar el futuro con miles de proyec­tos,

como escribir la biografía de Narciso Yepes

o concretizar su ayu­da a los necesitados.

En definiti­va, "vivir para Dios, en Dios,

des­de Él y donde Él quiera".

En esencia

Una película: El gran silencio, Philip Gróning.

Un libro: La Biblia

Una canción: Seréis mis testigos, de mi hijo Ignacio, compuesta

para la reunión de Jóvenes en Cuatro Vientos en 2000.

Un deporte: Windsurf

Un rincón del mundo: Cualquiera donde estén mis seres queridos

Un deseo frustrado: Ayudar más. Me gustaría irme de misiones

pero no sé si podré por mi edad.

Un recuerdo de la infancia: La sonrisa de mis padres.

Una aspiración: Escribir la vida de Narciso para compartirla

con otros.

Un persona: Mi marido.

La última alegría: El nacimiento de mi última nieta, que tiene

casi dos meses.

La mayor tristeza: La muerte de mi hijo y de mi marido.

Un sueño: Hacer música todos juntos un día en la Casa del Padre.

Un regalo: ¿Para hacer o para dar? La fe.

Un valor: El amor.

Me gustaría que me recordasen por: ser alegre.


Texto: Marina de Miguel.

Foto: Luis Medina












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